Hace unas semanas asistí a una charla que daba Santi (Jaime Vidal) sobre un tema que considero muy interesante, perros y niños. Y es que parece que consideramos que la relación de un niño y un perro es siempre idílica y maravillosa y desde luego que puede ser así, pero para ello debemos trabajar y prepararnos siempre. Es muy beneficioso que niños y perros crezcan juntos, hace poco publicaban un estudio que decía que los niños que crecen en hogares con perro son más resistentes a enfermedades. Pero siempre hay que tener presente la regla de las 3 eses: SUPERVISIÓN, SUPERVISIÓN y SUPERVISIÓN.
Igual que no dejaríamos nunca solos a dos niños pequeños, no debemos permitir que los niños se queden solos con el perro. No son pocas las familias que consideran que su perro es un santo y que jamás haría daño al niño. Bueno, todos tenemos un mal día, incluso los perros, asíque yo recomiendo que seamos precavidos. A los niños debemos enseñarles cómo comportarse con el perro y delante del perro. Una casa con niños es mucho más estresante para nuestra mascota que otra en la que únicamente convivan adultos. Los niños corren, chillan, dependiendo de la edad pueden considerar que el perro más que un animal es un juguete… De ahí la importancia de enseñarles que delante del perro deben ser más tranquilos, hablarle con calma, bajito, que para eso los perros oyen muy bien. Comentaba Santi que una buena forma de enseñarles es que el contacto con el perro sea un premio. Si hoy se ha portado bien, ha hecho los deberes, entonces tienes para jugar un ratito con el perro. Tampoco debemos agobiar a los niños con la responsabilidad de tener una mascota. Tener un perro es muy sacrificado y los niños pueden llegar a agobiarse realmente si ven que tienen una tarea de la que no disfrutan. Por lo que debemos gestionar bien los tiempos que pasan juntos y lo que les exigimos.
Punto y a parte merece la llegada de un bebé a una casa en la que ya hay un perro. Excusa habitual de abandono, la llegada de un nuevo miembro a la familia NUNCA debe implicar la salida de otro. Para el perro la llegada del niño será algo natural, de hecho son ellos los primeros en detectar que estás embarazada, asíque CALMA. Lo único que puede llegar a preocupar al perro del bebé es el llanto. Más en padres primerizos, porque nos agobiamos mucho y eso el perro lo nota. Disponemos de 9 meses antes de la llegada del bebé, por lo que deberemos hacer un listado de cosas que van a cambiar con su llegada e ir haciéndolo gradualmente hasta que nazca el niño. Si por ejemplo vamos a prohibirle la entrada a una habitación, lo suyo es que empecemos muchos meses antes a no dejarle entrar en la misma. También es muy útil empezar a familiarizarle con llevar cosas en brazos, permitirle que las olisquee y premiarle cuando lo haga de forma tranquila y con cuidado. Si vamos haciendo todos los cambios de forma progresiva, la llegada del bebé no supondrá más estrés para el perro que para el resto de la familia e incluso lo aceptará fácilmente como uno más. También comentaros que el mito del pañal es una tontería. A ver, no es que sea malo en sí, si no que por el mero hecho de enseñarle un pañal a nuestro perro no va a entender que lo que queremos decirle es que ya ha nacido el nuevo miembro. Lo que debemos hacer son asociaciones positivas antes, durante y tras el nacimiento del pequeño.
Lo mejor es actuar con naturalidad, nada de gritos, movimientos bruscos, regañínas…Para el perro, como para el resto de la familia, la llegada de un nuevo miembro debe ser siempre un motivo de alegría.
A partir de los 10 u 11 meses del niño: SUPERVISIÓN, SUPERVISIÓN, SUPERVISIÓN. No hay que olvidar que a quien debemos proteger es al perro del niño. Una mala interacción puede llevar a un mordisco por parte de nuestro adorado perrito que desde ese momento se verá condenado al abandono y seguramente a la muerte. Desgraciadamente siguen dándonse muchos casos de ataques entre perros y niños y es lógico si pensamos en su manera de interactuar. Los niños suelen estar siempre incordiando al perro y si no hay un adulto que enseñe o al menos interceda por el perro, a este no le quedará más remedio que avisar de la única manera posible, mordiendo. No debemos olvidar nunca este punto. Por muy bueno que creamos que es nuestro perro, es un perro y por tanto puede llegar a morder. Repito, seguramente sea una tragedia, pero el que lo va a pagar seguro es el perro.
En el caso de la compra o adopción de un cachorro o de un perro adulto, debemos insistir mucho con los niños de que se trata de un ser vivo, no un juguete. No deben cogerlo y si lo hacen será siempre con nuestra supervisión, cuidado y ayuda. Pensad en la llegada del perro como si fuese un hermanito. ¿A qué no les dejarías hacer lo que quisieran? Pues ahí está el problema. Que nos creemos que los perros pueden soportar todo de los niños y no tiene porqué ser así.
Quiero hacer una mención personal a la idea generalizada de tener en casa cachorros con niños pequeños. Creo que es mucho más sencillo criar a un perro adulto del que conocemos ya su personalidad, con una buena inhibición de mordida y habituado a niños en una casa con niños que meter un cachorrito. Sé que todos tenemos grabadas las imágenes idílicas de niños y cachorros y creo que puede ser un error muy grande creérselas. Es cierto que pueden convivir, pero necesitarán muchísima supervisión. Los cachorros muerden, no pueden evitarlo, no tienen inhibida la mordida hasta los 5 ó 6 meses y son impredecibles, como los niños. Asíque si estás pensando en adoptar un perro para que tus hijos disfruten de crecer junto con estos maravillosos seres, plantéate si no sería mejor adoptar a un adulto del que ya sabes que va a poder disfrutar desde el primer día.
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