La semana pasada conocí a Aris, la ganadora de nuestro concurso El Caso de la Semana. Su dueña quería saber cómo controlarla en el parque, porque una vez que empezaba a jugar con otros perros, la situación se iba de las manos y no conseguía que la hiciese caso.
Pero…¿En qué contexto?
Habitualmente cuando se nos hace una consulta de este tipo se espera que el adiestrador saque su varita y con un toque mágico, el perro obedezca y ya tengamos resuelto el problema. Quitando los programas de la tele donde todo se resuelve en media hora, lo cierto es que el trabajo con perros requiere mucho esfuerzo, paciencia, rutina y empatía. Ya sé que parece una respuesta manida eso de: «¿En qué contexto lo hace?» Pero hay mil motivos por los que un perro puede hacer un determinado comportamiento o deberse a un montón de causas. Por ello es tan importante que nos informemos bien previamente de todo el historial del perro, qué detonantes ha podido haber, si existen problemas que podrían estar detrás de estos comportamientos o las circunstancias que lo rodean. Lo mejor es desplazarte a su casa y ver en su entorno habitual lo que sucede. Volviendo a nuestro caso particular, Aris no presentaba ningún problema por lo que pude ver en su cuestionario, así que salimos a la calle para ver como se relacionaba con otros perros y qué hacían sus dueños en el parque.
Hay dos cosas que quiero dejar claras en este punto:
- Los actuales parques de perros no son sitios donde debas ir a soltar a tu perro mientras tú te relacionas con el resto de dueños de perros. Es decir, que no vale llegar allí y desentenderte de tu animal. Si el juego se va de las manos, debes cortarlo. Si tu perro está muy alterado antes de entrar, no le lleves directamente, dale un paseo antes para que se relaje. Es muy probable que surjan problemas si tu perro va como una moto. Y puedes llevarte una desagradable sorpresa aún que tu perro sea hipersociable. Como si fuesen niños, requieren vigilancia y supervisión CONSTANTES.
- No dejes que el juego con otros perros sea lo único que hacéis durante el paseo. El problema que tiene el sacar al perro y tenerle durante horas jugando con otros perros es que sí, puede que se canse, pero también puede que se altere demasiado. Está genial que se relacione con otros perros y que juegue un rato, pero procura que sea algo más que hacéis durante el paseo. Igual que únicamente jugar a la pelota puede crear yonkies de la pelota, el ir al parque a jugar con otros perros, genera mucho estrés. Lo adecuado es hacer un paseo con una parte de búsqueda/olisqueo previo al juego, para llegar más centrado y relajado. Dejarle jugar otro rato. Practicar un poco de obediencia (sienta, tumba, quieto,…) y volver a casa con más búsqueda/olisqueo. Si además varías las zonas por las que paseas, mucho mejor.
Volviendo a Aris. Es una perra estupenda que sabe cuando iniciar el juego y cuando cortarlo. Si es cierto que llegado un punto se pone muy alterada y si no la siguen, reclama más juego. Pero es ahí donde deben intervenir sus dueños. Hay una malentendido habitual que se genera porque si bien es cierto que los perros son capaces de resolver sus conflictos, a la hora de jugar se les debe enseñar que está permitido y que no. Porque si no, nos encontramos con los habituales malotes de parque. Esos perros a los que sus dueños les han permitido desde cachorros hacer y deshacer a su antojo y ahora no hay quién los pare. Si ves que el juego se pone tenso, no dudes en llamar a tu perro y conseguir un poco de pausa. Cuando se tranquilice, puedes volverle a dejar jugar. Si esto se hace desde cachorros, se consiguen perros equilibrados. Además, si le permites jugar con perros de distintas edades, verás como entre ellos se van poniendo límites. En el caso de Aris, lo que se propuso fue cortar el juego antes de que se alterase tanto que no hiciese caso. Además aquí entramos en el siguiente punto:
El ABC del adiestramiento
Debemos tener en cuenta que los perros generalizan mal y que siempre pretendemos que nos hagan caso en los momentos más complicados sin haber trabajado nada previamente. Para que tu perro te haga caso rodeado de otros perros y superalterado por la situación, antes tendrás que haberle enseñado que significa «ven», «ven aquí», «aquí», «te he dicho que vengas», «como no vengas voy a ir yo y verás»,… Creo que empiezas a entenderlo, ¿no?. Para que tu perro pueda asociar una palabra/orden/señal a lo que quieres que haga, debes haber empezado primero en un entorno sin distracciones, donde hacerte caso sea lo más fácil. Es decir, empieza en casa en un sitio donde estéis el perro y tú únicamente. ¿A qué es fácil que responda? Vale, pues ahora tienes que empezar a complicarlo. Que entre alguien en la sala, vete a otra, enciende la tele,… Un vez que has conseguido que el perro te haga caso en casa, es hora de empezar a trabajar en la calle. Igual que probaste en casa, hazlo en la calle en un entorno tranquilo. Luego añade gente, otros perros, situaciones reales… Esto es lo que se conoce como el ABC del adiestramiento, partir de un entorno tranquilo sin distracciones y generalizarlo hasta llegar al momento práctico real.
Si además añades que habitualmente llamas al perro para sacarle del parque, que corres detrás de él porque no acude a la llamada, que como no responde cada vez pones tono más autoritario… pues ya sabes porqué tu perro no suele hacerte caso. Prueba a bajar el nivel de exigencia, a premiar mucho lo que quieres y a relajar un poco los noes, chst, y demás cosas que usamos para quejarnos de lo que no nos gusta que hagan. Es fácil, los perros aprenden por asociación. Prueba y error. Me subo encima tuyo y consigo que me acaricies, ¡BINGO! Volveré a hacerlo. Me subo encima tuya, te cabreas y me empujas, ¡BINGO! estamos jugando. Lo que hago yo, me giro, le enseño el premio y espero a que se siente. Cuando el perro se sienta, ¡BINGO! tienes tu premio. Suelen intentar volverse a subir, pero con unas cuantas repeticiones entienden que la manera de conseguir premios es sentándose. No les chillo, ni les digo que no. Como mucho les pico diciendo…»ay, que así no vas a conseguir este premio tan rico», «vaya», en un tono que implica que estoy divirtiéndome. Porque no te olvides, para eso tienes un perro, para disfrutarlo.
Prevenir mejor que curar
Si te acostumbras a explicarle a tu perro lo que esperas de él, será más fácil que acierte. Normalmente lo que hacemos es decirles lo que no queremos, pero ni se les explica que está bien ni se les ofrecen alternativas. Si quieres que tu perro no se te suba encima cuando llegues a casa, se más rápido que él, salúdale un instante cuando aún tenga las cuatro patas en el suelo y luego espera a que se calme para saludaros. Si ladra, enséñale un ruido para cortarle el ladrido, interrúmpele entonces con él y prémiale mientras aún está callado. Si tira de la correa, párate y prémiale continuando el paseo si afloja la tensión de la correa.
Pequeños gestos día a día pueden hacer que la convivencia con él sea mucho más sencilla.
Por último, hacer hincapié en el uso del olfato como entretenimiento canino. Nos han dicho hasta la saciedad que los perros deben hacer ejercicio. Y sí, está bien, como nosotros. Pero también deben tener estimulación mental y eso no es algo que se sepa tanto. Por tanto, si una de las comidas de tu perro se la das en modo búsqueda, le estarás ayudando a ejercitarse mentalmente y generando en él autocontrol y gestión del estrés. Si quieres saber más sobre estimulación mental, no te pierdas este artículo.