Esta semana me encontré con un antiguo cliente que me contó como sus perros se habían transformado en unas bestias salvajes que le estaban destrozando la casa y que de hecho llevaba a uno de ellos al veterinario porque había adelgazado mucho y parecía enfermo. Tras una larga charla en la que acabamos hablando de problemas personales me comentó que estaban pasando una mala racha, que vivían muy agobiados y que encima cuando llegaba a casa se encontraba que los perros se habían vuelto desbrozadoras. Cuando le comenté que si se había parado a pensar que sus perros estaban sufriendo lo mismo que le pasaba a él, se sorprendió. No sé si os habéis parado a pensar que cuando nosotros estamos mal, estresados, agobiados, enfadados, solemos pagarlo con los que nos rodean y no sólo con las personas, también con nuestros animales de compañía. Ya no somos tan pacientes, ni tan cariñosos, ni desprendemos empatía. Incluso gente que jamás se planteó levantarle la mano a su perro, acaba castigándolo por su propia frustración. Si os sentís reflejados o creeis que algún día podría sucederos, por favor, seguid leyendo y aprended un poquito más para ayudar a vuestros perros. Sin duda alguna los perros de este chico están estresados (así se lo hizo constar también el veterinario) y no es un tema menor, dado que el estrés no solo puede desencadenar problemas de comportamiento (destructividad, agresividad, manías,…) si no que también puede dar pie a enfermedades.
Para evitar estas situaciones o tratarlas en el caso de que ya se hayan presentado debemos trabajar con nuestros perros. ¿Cómo? Haciéndoles la vida más interesante y relajada. Los perros necesitan RUTINA, sí, les gusta saber a que hora se come, a que hora se sale a pasear, con quien,… debemos hacerles una vida predecible para que no se sobresalten. Con ello no me refiero a los paseos, ojo, estos deben ser lo más estimulantes posibles. Ir siempre haciendo el mismo camino es muy aburrido, para vosotros y para ellos. Cambiar nuestras rutas de paseo abren un universo nuevo para nuestra mascota. Debemos darles ejercicio y no sólo físico, recordad eso de mens sana in corpore sano, bueno pues en los perros hacer únicamente ejercicio físico puede ser contraproducente. No, no os estoy diciendo que dejéis de pasearles con frecuencia, si no que por ejemplo, jugar a la pelota con un perro estresado no es lo más conveniente. Este tipo de juegos deja al perro más activo que cansado (pensad en vosotros cuando hacéis mucho ejercicio, igual estáis agotados, pero la adrenalina que habéis soltado durante el ejercicio os complica mucho el poder descansar bien). Lo que os propongo son «juegos de nariz» es decir, que le propongáis al perro juegos de búsqueda en los que tenga que utilizar su olfato. Para poder olfatear tienen que concentrarse y esto les ayuda mucho a aprender a gestionar su estrés. Es tan fácil como repartir por el suelo sus bolitas de pienso o trocitos de salchicha y animarle a que las busque. Las primeras pasadas las hará con la vista, pero poco a poco se centrará y empezará a olisquear. Al principio debemos hacer que el juego sea sencillo, muchos trocitos repartidos, para luego ir reduciendo la cantidad de comida y aumentando la superficie de búsqueda. También debemos realizar juegos para aumentar su autoestima. Para ello nos sentamos delante del perro y premiamos prácticamente cualquier comportamiento. Esto le da autoconfianza. Es como si alguien todos los días dedicara cinco minutos a decirnos lo guapos que estamos, lo bien que hacemos las cosas, lo contento que está de habernos conocido y encima nos diera dinero. Fantástico, ¿no? pues eso es lo que pensará nuestro perro. Debemos plantearle también problemas que sea capaz de resolver. Para esto van muy bien los juegos de estimulación mental que ya os comenté. Empezamos con la versión más sencilla para ir ganando en complejidad. Sirven también para que el perro gane autoconfianza.
Además, debemos tener paciencia, sí, ¡paciencia! y empatía. Los perros no hacen las cosas por molestarnos, si no porque o bien no saben gestionar como se siente o bien están intentando llamar nuestra atención. Por lo que NUNCA debemos regañarles ni castigarles. No deben ser ellos la descarga de nuestras frustraciones, si no el alivio a todas ellas.
La próxima vez que os encontréis con que vuestro perro ha hecho algo que no os gusta, pensad en la parte de culpa que os corresponde, poneos en su lugar y pensad que podéis hacer para ayudarle. Ofrecedle otro tipo de ejercicio, no sólo salir a pasear, también necesitan pensar y autoreafirmarse. ¡Seguro que se os ocurren un montón de juegos para que tengan que olfatear!
Pingback: Mitos y leyendas perrunas II: Mejor un cachorro | Canescool
Gracias por estos interesantes consejos, tengo una cruza de pastor belga y labrador, es precioso pero me doy cuenta q esta muy estrenado, apesar de tener horarios y paseos y su comida, todo eso lo llevo a rajatabla pero lleva muy mal lo de quedarse solo y cada día casi me rompe algo y lo último ya es q no me deja dormir, esta toda la noche tratando d llamar mi atención y la verdad q me ciento muy agobiada, confieso q pierdo la paciencia